Dra. Eva Germanò
Médico investigador,
U.O.C. de Neuropsiquiatría Infantil – Departamento de Ciencias Pediátricas, Médicas y Quirúrgicas, Universidad de Messina
Es una experiencia bastante común de los padres que los niños se quejen de dificultades para hacer los deberes, para memorizar poemas o contenidos, para mantener la concentración en clase. Con el inicio de la experiencia escolar, incluso los trastornos cognitivos leves, que se subestiman o no se detectan, surgen como trastornos del aprendizaje.
El malestar escolar parece ser un fenómeno creciente a medida que aumenta el nivel de escolarización. Esto puede estar relacionado con problemas relacionados con el crecimiento psicofísico de los niños o con la gestión educativa y didáctica o con la aparición de verdaderos trastornos de aprendizaje o emocionales-conductuales.
Los trastornos del aprendizaje en la edad de desarrollo se caracterizan por las dificultades para adquirir, memorizar o utilizar habilidades específicas, debido a un déficit en funciones cognitivas como atención y memoria que afectan al rendimiento escolar.
Los trastornos del aprendizaje pueden deberse a condiciones inespecíficas o a déficits específicos.
Las dificultades de aprendizaje no específicas pueden depender de deficiencias en los estímulos educativos y culturales del entorno, de déficits cognitivos o neurosensoriales globales y de trastornos psicológicos o psiquiátricos.
Los Trastornos Específicos del Aprendizaje (TEA) sólo afectan a determinadas áreas de la organización cognitiva; los más conocidos son la dislexia y los trastornos relacionados que interfieren en la adquisición de la lectura, la escritura (disortografía) y las habilidades de cálculo (discalculia), que son muy comunes. El DSM-5 informa de una prevalencia del 5-15% entre los niños en edad escolar de los TEA (APA, 2013).
Estos trastornos están estrechamente relacionados con disfunciones en las habilidades del lenguaje y del habla.
memoria
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Otros trastornos de la organización neuropsicológica son también muy frecuentes en la infancia, como los trastornos de la atención y de la función ejecutiva (por ejemplo, el TDAH).
Además, los problemas de aprendizaje se asocian muy a menudo entre sí o con otros déficits de las funciones cognitivas, como la «discapacidad de aprendizaje». atención (Wilcutt et al, 2019).
Las condiciones descritas provocan una considerable fatiga en el aprendizaje y pueden generar desmotivación hacia la escuela hasta el punto de provocar rechazo escolar y alteraciones emocionales como ansiedad y temores . El niño tardará mucho más en realizar las tareas, experimentará fatiga y frustración y no conseguirá los resultados esperados si no recibe el apoyo adecuado. La adaptación escolar y social también puede verse afectada.
Por eso, cuando un niño muestra un bajo rendimiento escolar, lentitud y dificultad en la adquisición de habilidades escolares, dificultades de atención y memoria, menor adaptación al entorno escolar, No hay que subestimar estas dificultades y hay que proporcionar ayuda específica y, si existen factores de riesgo, realizar una evaluación especializada.
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Referencias
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